Una mujer acude desde el extranjero al Valle donde acaba de morir el hombre que amaba. Al indagar sobre su muerte y sobre las vicisitudes amorosas de ambos, la novela afronta el destino de un grupo de amigos (jóvenes de los años setenta, pero también de cualquier juventud del siglo XX) que consumió parte de su vida en construir paraísos y desengañarse de ellos, en elaborar antagonismos a partir de las deficiencias del mundo y ser luego sus primeras víctimas, en consagrarse a las ilusiones de las ideologías y los malos maestros y claudicar ante las heridas que no cierran como motor de los actos.
A partir de un determinado momento de la vida -ha escrito González Sainz-, el mundo se nos va más aprisa. En el origen de esa celeridad suele haber siempre un abandono, o un desengaño, una muerte, un accidente. Entonces el vacío se va haciendo hueco a grandes zancadas hasta dar la impresión de ocuparlo todo, las palabras con que nombramos las cosas y los sentimientos con que las percibimos. Ese abandono o desengaño personales pueden ser amorosos, políticos, de sentido…, y a veces se enmarcan en un abandono mayor, histórico. Es el caso de nuestra época, en que el viejo mundo lleva tiempo yéndose a marchas forzadas y los lugares de nuestras vidas y las representaciones de nuestras ideas haciendo agua por todas partes. Hay quien se hace a ello y quien no se da cuenta de nada; quien habita el mundo del fin de nuestro mundo meditando sobre lo que queda de él; y a quien no se le retira el mundo sino que cabalga los dispositivos que lo han sustituido. Ésos son los poderosos.
Sobre ese abandono y los distintos modos de volver o no volver a Ítaca trata esta novela: un intenso recorrido por la pasión amorosa y la pasión política, por el tiempo de la soledad y la fascinación, por la inacabable historia de los demonios y las rivalidades humanas y el rencor como alimento nutricio; por el sentido del límite y las ofensas originales, por las emboscadas que sufren los buenos sentimientos y también por las ciudades de Europa y por un pequeño lugar apartado en el mundo que hacer nuestro.
¿Pero es posible volver?, ¿es posible que un nuevo hombre sobreviva al hombre y articule de otra forma rebelión y aceptación, ofensa y venganza, acción y renuncia, libertad y destino? ¿Es posible un nuevo equilibrio en el abismo de la falta de certezas y fundamento? ¿ Y a qué vuelven los personajes de esta novela?: ¿a contemplar el perfil fijo y rocoso de una montaña y los grandes árboles seculares, o bien a vengarse?, ¿a cuidar de lo que queda?, ¿a pedir asilo y que alguien o algo les acoja?, ¿o bien a desdeñar cualquier asilo e instalarse en una verdad salvaje tan despótica como auténtica?
Un libro de profundo calado en el que narración pura, poesía y pensamiento no se oponen sino que se potencian. Quizá uno de esos libros que ya no se debieran escribir, que molestarán a muchas personas seguras de sí y de sus ideas, de que las palabras con que dicen las cosas las siguen diciendo de veras y no se han pasado ya con armas y bagajes al enemigo… Pero, a lo mejor, un modo también de no rendirse, de fabular a la altura del hueco que ha heredado nuestra época. En resumen, una novela de todo punto extraordinaria que confirma al autor de Un mundo exasperado como uno de los novelistas más indispensables de nuestro tiempo.
Título: Volver al mundo